sábado, 27 de febrero de 2021

Despedida

Empecé a escribir por acá en 2006. Tenía 23 años. 

La semana próxima cumpliré 38. 

Increíble pensar que así, en la blogósfera, transcurrieron 15 años.

Muchas cosas escritas aquí siguen siendo parte de mi. Muchas otras hoy me dan risa, hasta vergüenza. 

Crecemos. Cambiamos. Permanecemos. 

Como agua que soy, hay que moverse para no estancarse. Seguir en el flujo interminable hacia el mar.


Me mudo por acá: fuegofatuo.com.mx


Gracias por tantos años.


B. 


domingo, 19 de abril de 2020

'4 de abril - Margarita


  Pensar en una entrada por día es demasiado. Tampoco quiero empezar a estresarme porque ya es hora de escribir y no lo he hecho. Supongo que es parte de este extraño juego mental de buscar hacer de la cuarentena una cosa productiva. "Haré yoga", "tomaré esa clase en línea", "aprenderé a tocar la guitarra con los cursos gratuitos de cuarentena de"...

Lo cierto es que la mitad del tiempo no tengo ganas de gran cosa y la otra mitad estoy trabajando normal y la otra mitad (¿¿what??) estoy pensando y soñando con pendientes de la oficina y la otra mitad me estoy estresando por la vida.... estoy durmiendo poco y mal, la verdad. 

Así que trataré de ser consistente, pero queriéndome tantito para no hacerme presiones extras en la vida. 

Ayer no escribí porque fue viernes de bolognesa. Reshi me cocinó y yo me sentí reconfortada por mi platillo favorito, porque me recuerda a mi mamá. Entre eso, una botella de tinto y un rato de meditación guiada a distancia por mi cuñada, se fue la tarde y mis nervios también. 

Amanecí hoy buscando qué texto compartir, así que aquí va la recomendación #2 de la cuarentena literaria (¿a poco no se escucha más chingón?).

Margarita - Rubén Darío

 Supongo que mi historia con los libros comienza muy tempranito. Siempre me ha gustado que me cuenten historias. Mi mamá se sentaba conmigo a leerme cuentos y papá tenía la costumbre de contar historias de camino a la escuela (Tarzán), con el tradicional "continuará mañana" para dejarnos picados. También nos inventaba historias de princesas y escaleras a J. y a mi por las noches porque compartíamos habitación y así lograba calmarnos antes de dormir. 

Antes de aprender a leer, me aprendí de memoria el cuento de "Pedro y el Lobo" que mi mamá me leía todos los días (y supongo que muchas veces al día también). Le causaba gracia invitar a mis tías y hacerles creer que ya podía leer porque yo iba recitando el cuento mirando la página que tocaba y dándole vuelta a las hojas. Era mi monería del momento. Tuve ese cuento, el mismito que me leía mi mamá, guardado por años, aunque un poco mordisqueado por ratones en el lomo. Se lo regalé a L., mi sobrino y ahijado, en espera de continuar la tradición. 

Algo similar me pasa con Margarita, que mi papá me leyó una y otra y otra vez. Prueba de ello es que aún tengo guardada la copia que tantas noches nos acompañó. Es un libro pequeñito, cuadrado y de unos 15 centímetros por lado. Hace mucho tiempo que perdió la portada y un par de hojas interiores. En algún momento de su historia, mamá escribió a lápiz los versos faltantes. En la última hoja, añadió las líneas que escribo aquí como aparecen en letra de mamá:


"Margarita, está linda la mar y el
viento lleva esencia sutil
de azahar tu aliento
ya que lejos de mí vas a estar
lleva siempre el recuerdo del
que un día te quizo
contar un cuento"





Este poema-cuento, que en realidad se titula "A Margarita Debayle", fue escrito por Rubén Darío  para la pequeña hija de su Doctor de cabecera por ahí de 1908. Cuentan que Margarita, la niña, le pidió que le escribiera un verso cuando Darío pasó una temporada de huésped en casa del médico, cerca del mar. 

Rubén Darío narra una historia dentro de una historia. Inicia como me imagino lo hizo Rubén con la pequeña niña y como lo hizo mi papá tantas veces con M., J. y conmigo:

"(...) te voy a contar un cuento"...

El cuento es la historia de un Rey y de una princesita, tan bonita, Margarita, tan bonita como yo...

Mi cuento (el que conservo) está ilustrado por Monika Doppert (https://issuu.com/ekare/docs/margarita?mode=window&pageNumber=1).  Recuerdo con claridad mirar los dibujos con detalle y ensoñarme con el fantástico reino con su palacio de diamantes, una tienda hecha del día y un rebaño de elefantes...


Me fascinaba la forma en que los versos cantaban, las palabras raras que no hacía falta conocer y las imágenes, tan pequeñas pero extraordinariamente detalladas entre las que podía perderme mientras papá contaba el cuento una y otra y otra vez.

La princesa era yo. Una niña de cabellos negros y ojos oscuros que se lanzó hacia el cielo sin permiso. La historia es la de cualquier niña soñadora que se aventura en búsqueda de algo que quiere su corazón... hasta que la cacha el papá y la regaña por haberle desobedecido. En la historia se aparece entonces un nuevo personaje para interceder por ella, "el Buen Jesús". Así, con mayúsculas. Ya desde entonces recuerdo que era la parte que menos me gustaba. ¿Por qué tenía que entrar este Don a darle permiso? La rima se me hacía la más cursi de toda la historia. Supongo que ya desde entonces había algo ahí que no más no. Cuántas cosas trae ya una desde niña, ¿verdad?

El cuento acaba como inicia, con un hombre, contando una historia a una pequeña niña, esta vez con una despedida.



De niña me imaginaba como esa pequeña princesa sin nombre. Leyendo ahora, de adulta, veo que fui siempre Margarita. La niña a la que le gusta que le cuenten historias. Pienso siempre en mi padre con este cuento. En sus manos gentiles doblando la página y en las noches que pasaba conmigo y con mi hermana siendo Papá.

Guardo este cuento en el cajón de cosas importantes. La primera página está partida. Los bordes desgastados. Dobleces en las hojas. Pero las imágenes siguen siendo las mismas. Cada que giro la hoja me sumerjo por minutos en los detalles de siempre. La estrella, la barca, las tijeras, el prendedor. Mi padre. El que cuenta historias, y que llevo siempre con el recuerdo del que un día, muchos días, y muchas noches, me contó muchos cuentos.

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Han pasado muchos días desde que empecé a escribir de Margarita. La cosa avanza y una se va ajustando (o no) a la nueva rutina. O al menos eso intentamos. Empiezo a leer algo y lo dejo. Algo más y lo dejo. No he dado con un texto que me acompañe fielmente durante la cuarentena. Esa es la ventaja de esta grande biblioteca. Abro un libro y me busco adentro. Si no me encuentro ahí, en el momento, quiere decir que ando en otra parte. Abro otro y me busco de nuevo. ¿En dónde andamos todas, todos, hoy?





jueves, 2 de abril de 2020

Lectura en tiempos de coronavirus - Abril 2020

Estoy ansiosa. Creo que todo el día he andado caminando alrededor de un hoyo oscuro y profundo. Me preocupa que si lo miro mucho tiempo me succione. No sé hacia dónde...
Supongo que el mundo está igual.

Esta mañana me solté a llorar por primera vez desde que empezó todo esto. Sin ninguna razón en particular. Sólo me empezaron a salir las lágrimas calientes de los ojos. Despacito. Como apretujándose unas a otras mientras todas intentaban pasar por el mismo túnel al mismo tiempo.

Reshi, como siempre, me acarició el cabello con tranquilidad.

Son tiempos extraños.

Hace unas semanas sentía que no era mucha la gravedad de la cosa. Mi mente andaba con una insignia que decía "Yo viví la pandemia del H1N1" o "usando gel antibacterial desde 2009".
Hoy no. Hoy ando igual que mucha gente, pensando en hacia dónde irá todo esto. Como sea, espero en unos meses (¿meses?) regresar a estas entradas y pensar que fue más el miedo que lo que enfrentamos al final. Espero.

Mientras tanto Reshi me hizo ver la luz de la mañana que entraba por la ventana sobre el librero de ladrillos que construimos en la sala. "Estás rodeada de toda esta belleza. Deja el celular y ven a verla."

Pues sí. Los libros me reconfortan. Cuando estoy triste voy a las librerías y escojo un título nuevo. Cuando estoy sola voy a las librerías y escojo un título nuevo. Cuando estoy aburrida voy a las librerías y escojo un título nuevo. Cuando estoy en casa me gusta olerlos, hojearlos, sentir las portadas entre mis manos. Cargo libros de emergencia en la mochila. Tengo unos en la oficina. En el coche. A veces apilo mis favoritos en el buró, junto a la cama, sólo porque me gusta verles cerca antes de dormir.

Así que para pasar estos días aciagos, intentaré escribir de uno de mis favoritos todos los días. Trataré de darme tiempo de recorrer con los dedos el lomo de las estanterías en casa. Desempolvar algunos. Leeré sobre sus autoras y autores y escribiré cosas que recuerde de los volúmenes que tengo en casa.
Muchas veces no recuerdo con claridad de qué se tratan. Pero siento. Si les toco recuerdo cómo me hicieron sentir, a veces un personaje, una línea, dónde lo compré, quién me lo regaló, dónde estaba cuando lo leí. A veces les escribo en la última página la fecha de cuándo los terminé. A veces subrayo alguna frase, o encuentro entre las hojas una nota, un ticket, un pedazo de papel, una envoltura de chocolate, lo que sea que en el momento usé de separador y olvidé...

Hoy empiezo con el primero que es de mis favoritos del momento:

Los Desposeídos, de Ursula K. Le Guin.
Compré este libro en un aeropuerto cuando venía de regreso a casa. Me gusta pensar que tengo una línea presupuestal específica en mis gastos mensuales destinada exclusivamente a la compra de libros usados o nuevos. No tiene tope. Es como el segundo estómago a donde se va el postre... hay.
Así venía yo con unos dólares "de sobra" y lo vi en una tienda de revistas y recuerditos, junto a los globos con agua con delfines adentro y las camisetas de "I LOVE MIAMI".

Había leído anteriormente algunos de los "Cuentos de Terramar" de la misma autora. Por alguna extraña razón no me cautivaron tanto en su momento. Pienso que tiene que ver con la traducción, aunque a veces es así. Leemos libros cuando no estamos listas para ellos y entonces no nos dicen los secretos que guardarán para otra ocasión. U otra lectora.

"Le daré otra oportunidad" pensé, tratando de ser fiel al propósito de comprar y leer más autoras mujeres... leerlo me hizo amar y admirar a Ursula K Le Guin como a pocas autoras hasta la fecha. Tal vez no pueda señalar exactamente cómo, pero estoy segura que no soy la misma después del abril de 2018, en que acabé de leerlo en San Luis Potosí.



“It is our suffering that brings us together. It is not love. Love does not obey the mind, and turns to hate when forced. The bond that binds us is beyond choice. We are brothers. We are brothers in what we share. In pain, which each of us must suffer alone, in hunger, in poverty, in hope, we know our brotherhood. We know it, because we have had to learn it. We know that there is no help for us but from one another, that no hand will save us if we do not reach out our hand. And the hand that you reach out is empty, as mine is. You have nothing. You possess nothing. You own nothing. You are free. All you have is what you are, and what you give.”


Los Desposeídos fue escrito en 1975 y fue ganador de un premio Hugo, premios que reconocen a lo mejor de la ciencia ficción y fantasía. Ursula había ganado ya el premio por un libro anterior, "The Left Hand of Darkness" que también es una maravilla. Lo menciono porque a pesar de que muchos señalan a una mujer como la creadora del género (Mary Shelley con Frankenstein), como es común, es difícil que las mujeres se abran paso y sean reconocidas como sublimes representantes de ciencia ficción. 
Ursula K Le Guin lo es de manera increíble. 


Los Desposeídos narra la historia de dos planetas cercanos con sociedades muy diferentes. Shevek, el personaje principal, es de Anarres, habitado por una sociedad anarco-sindicalista que me mostró, por primera vez y de forma sumamente elocuente, cómo se vería el anarquismo en un mundo hipotético. 
Algunas personas señalan a Los Desposeídos como una distopía. Para mí, es el planeta Urras el que nos muestra ese oscuro futuro posible que otros han explorado a través de la ciencia ficción. En Urras conviven el capitalismo, el patriarcado, el autoritarismo y la explotación. Lo fantástico, lo que más me cautivó, es que Anarres no es el idilio usado en comparación. Con sus propios problemas y contradicciones, Anarres es un mundo posible. Una manera en que Ursula explora no sólo todo aquello que puede salir mal en nuestra sociedad (como es común en la ciencia ficción, llevando hasta el punto de quiebre una tendencia actual) sino que retoma y crea un mundo de posibilidad y lo muestra como una realidad alterna a este camino de autodestrucción en el que parecemos estar sumergidos hoy.
Acabé el libro sintiendo una especie de intoxicación. Como si me hubiera pasado días fumando o tomando cerveza. El encuentro entre ambos mundos abre toda una serie de increíbles posibilidades. Ursula no da respuestas en el texto. Deja muchas cosas a la imaginación y critica duramente que Anarres se encuentre a sí mismo como congelado ante la posibilidad de cambio, de revolución.... 

No obstante, cautiva sin duda su cuestionamiento sobre esta constante en la vida de hoy: sentirse propietaria. Propietarios de personas, de cosas, de sentimientos, de certezas. Shevek cuestiona incesantemente esta necesidad que tenemos de hacernos propietarias/os para sentir tranquilidad. Para evitar la angustia existencial. Como anarquista, Shevek parte de la cooperación y la solidaridad.  Plantea en muchos momentos esta tensión constante entre el individuo y lo comunitario, los riesgos de perder la individualidad ante lo grupal. El que la revolución pase a convertirse en el nuevo sistema dominante. Aunque creo que regresa siempre al seno de esta concepción distinta de vida, de las y los seres:

“We have nothing but our freedom. We have nothing to give you but your own freedom. We have no law but the single principle of mutual aid between individuals. We have no government but the single principle of free association. We have no states, no nations, no presidents, no premiers, no chiefs, no generals, no bosses, no bankers, no landlords, no wages, no charity, no police, no soldiers, no wars. Nor do we have much else. We are sharers, not owners. We are not prosperous. None of us is rich. None of us is powerful. If it is Anarres you want, if it is the future you seek, then I tell you that you must come to it with empty hands. You must come to it alone, and naked, as the child comes into the world, into his future, without any past, without any property, wholly dependent on other people for his life. You cannot take what you have not given, and you must give yourself. You cannot buy the Revolution. You cannot make the Revolution. You can only be the Revolution. It is in your spirit, or it is nowhere.”


Anarres me enseñó a cuestionarme como propietaria. A cuestionar mi necesidad de poseer. A valorar la libertad por encima de las certezas. 

En estos días de encierro, de la sensación estar sitiados por una parte de nostras mismas que poco a poco cierra el cerco, Los Desposeídos me hace pensar en la posibilidad de relaciones humanas basadas en la colaboración y ayuda mutua. 

Creo que estos días pondrán a prueba nuestra posibilidad de reconocernos en nuestra fragilidad y de entregarnos a otras y otros, como dice Shevek, con las manos vacías. Reconocer que la vida es dependiente de otros seres.... Lo único que tenemos, es lo que somos, y lo que damos a los demás. 


The Dispossessed. Ursula K Le Guin. Harper Perennial Olive Editions. Diseño de portada e ilustración por Milan Bozic. 


sábado, 8 de diciembre de 2018

Guadalupe Reinas 2018


#GudalupeReinas 2018
Este año he estado tratando de leer más mujeres escritoras. Lo más difícil, creo, es que una tiene que tomárselo como propósito porque lo cierto es que las librerías y recomendaciones y listas siguen plagadas de escritores hombres. Escribo plagadas a propósito, porque queda claro que hay y han habido siempre maravillosas escritoras que por razones de género no han alcanzado la fama que sus pares varones. Sus libros no se editan con regularidad. O tal vez suceda lo que me pasa con Clarice Lispector, que es que cada que encuentro un libro suyo lo veo por encima de los $400 pesos y mi pequeño bolsillo acaba aprovechando en otro puesto en donde por ese monto pueda obtener dos o más libros de interés. 

Me he encontrado que leer mujeres es muy diferente. Por primera vez, y desde que tomé esas pequeñas sesiones de compartencia sobre mujeres en la literatura el año pasado, me doy cuenta de que me estoy dando cuenta cuando un hombre escritor escribe a una mujer. Pequeños detalles en la narrativa, en sus monólogos internos, que hacen que las letras me salten y que piense "esto no lo diría una mujer". 

Me pasó con "An Unnecesary Woman" de Rabih Alameddine. Fueron detalles pequeñísimos, y aunque me gustó mucho el libro y el personaje, había a ratos momentos en que me costaba trabajo creer que así pensaría una mujer. Puedo conceder que podría ser debido a que la mujer que habita la novela es libanesa. ¿Diferencia cultural? 

Me pregunte lo mismo hace un par de semanas que me leí "The woman in the window". Un best seller del momento que me dieron en un intercambio de libros que se armó en San Luis. Aquí no tuve duda alguna. La personaje está tan claramente escrito por un hombre para ser best seller que no le creí nada ni a ella ni al narrador. Si hacía una mención más sobre el escote de un personaje secundario, habría estado tentada a lanzar el libro por la ventana. No lo hice. Lo terminé. A regañadientes. Por la simple razón de que a veces me leo los best sellers sólo para recordarme que también en el mundo de los libros hay estrellas pop prefabricadas que viven más del marketing que de su talento al escribir o de crear buenas historias. 

En fin, esta vez escribo (y vaya que hace mucho que no escribía por aquí) porque me topé con el Maratón de Lectura Feminista #GuadalupeReinas2018 de librosb4tipos. Me parece una idea fantástica, así que me puse a inspeccionar el librero para sacar textos escritos por mujeres que aún no he llegado a leer, nutriendo así mi lista de TBR (to be read, por ser leídos). 

Acá abajo les pongo el reto para que se sumen y les comparto algunos de los libros que estoy por leer:

1.- "Ningún reloj cuenta esto": me fui un día a la librería con el objetivo único de comprar mujeres escritoras mexicanas. Rivera Garza fue entre las que saltaron a la lista y creo que es un excelente lugar para empezar.  

2.- "Under the net" de Iris Murdoch. Conseguí este libro en Amate Books, en el pleno andador de Oaxaca. Ahí tienen una buena selección de libros en inglés y todo un estante de libros de descuento y usados que salen a buen precio. Debo confesar que primero pensé en Iris Munro. Pero no, es Murdoch, quien es escritora de origen irlandés que ahora vive en Inglaterra. Este texto está en una lista de los mejores 100 libros en lengua inglesa del siglo XX. La pongo a ella en este punto porque Irlanda es un país que me fascina y al que quisiera visitar y habitar algún día. 

3.- "Top Girls" de Caryl Churchill. Me sorprende notar que creo nunca haber leído una obra de teatro escrita por una mujer.... miento...tenía Los Monólogos de la Vagina y los leí religiosamente hasta que presté el libro y nunca regresó. Haré una nota mental para leer más teatro...

4.- "A vindication of the rights of Woman" Mary Wolstonecraft: esta escritora es, además de una reconocida feminista inglesa del siglo XVIII, la madre de Mary Shelley, creadora de Frankenstein. Como fanática de Shelley, creo que ya era hora de conocer además la obra de su madre, a quien realmente no llegó a conocer ya que murió poco después del parto, pero quien sin duda fue una inspiración para su hija, habiendo trascendido a través de sus textos. 

5.-"Une mort trés douce" de Simone de Beauvoir: me encontré este libro en una librería de usado de la Zona Rosa en CDMX, luego de buscarlo por mucho tiempo. En él, Simone escribe sobre la muerte de su madre. Cuando mamá estaba enferma, yo estuve en la búsqueda de libros que me ayudaran a, no sé, continuar, comprender, o por lo menos a ver esta confusión de emociones reflejada en otro ser humano. Aún no perdono a Salman Rushdie por "Luka and the fire of life" que compré por el título no más para ver si ayudaba en el momento. Lo odié. Es una basura total que no sé si odié porque tenía otra expectativa del momento o porque realmente apesta. Pero tiempo más tarde, ya después del huracán, me encontré con este pequeño texto de Simone. Aún estoy renuente a avanzar entre sus páginas, porque leer "La mujer rota" me rompió algo para siempre, pero lo incluyo porque hace falta ya darle vuelta a la página. 

6.- "Demasiada Felicidad" Alice Munro. Cuentos. Ya leí algunos. Confieso que tengo una pésima memoria. A veces leo un libro y no recordaré jamás la trama o el nombre de los personajes. Pero recordaré lo que me hicieron sentir... y los cuentos que ya leí de este texto me han dejado un poco o con el corazón roto o con la risa de algo inesperado...

7.- "Rey de Picas" de Joyce Carol Oates. Le pregunte a mi amiga María sobre sus libros favoritos. Uno de Gaarder y este, que nunca había escuchado mencionar. Parece ser un thriller. O policiaco. ¡Cualquiera de los dos me va!

8.- Poemas, de Maya Angelou. A Maya la descubrí en una charla que dio en el Hay Festival. Me bajé un podcast con su voz y no paré de reír y llorar mientras le escuchaba. Era una de esas mujeres que ocupan todo el aire de una habitación, o de un auditorio entero, porque le sacan el aliento a todas las personas que estén a su alrededor. I know why the caged bird sings, su novela autobiográfica (entre varias que tiene), me cambió algo para siempre. No puedo dejar de amarla y admirarla y leer su poesía, tan rítmica y tan reivindicativa y tan fuerte y tan alegre...tan romántica, diría ella (creo yo), es una delicia para cualquier día. 

9.- "The left hand of darkness" Ursula K. Le Guin: hago trampa porque éste es el que estaba leyendo antes del Maratón. The dispossessed the K Le Guin ha sido uno de los textos que más me ha marcado en los últimos años. Una novela de ciencia ficción que retrata un mundo de anarquismo sindical de una manera que ningún texto sobre anarquismo había logrado transmitirme. Así el poder de la literatura. Hace lo que la teoría no puede explicar: crea mundos que tienen sentido. Por eso sigo con esta novela que retrata otro planeta donde los humanos transitan entre un género y otro sin problema. 

10.- "La amiga estupenda" de Elena Ferrante. Está en el estante desde hace un par de años cuando María y yo íbamos a hacer un club de libros a distancia. Así que por fin lo retomo porque veo que además ha hecho olas por todas partes y que están por lanzar la serie basada en el libro de Ferrante... a ver si sí. Le tengo reticencia porque yo y los best sellers no solemos ser amigas, pero le daré otra oportunidad. 

No hago promesas falsas, porque estoy segura de que no acabaré esta lista TBR en los días del Maratón. Al final, no hace falta. El punto es conocer mujeres escritoras, compartirlas, recrearlas, acariciar sus páginas y hablarles como amigas porque al final del libro, tal vez lo sean. 


sábado, 16 de septiembre de 2017

Mara. #VivasnosQueremos

De niña estuve en una clase de defensa personal. Creo que tenía 11 años. Fue una clase para mujeres que impartió algún instructor en el patio de mi primaria. Lo recuerdo contar que las mujeres pensamos que una patada en los huevos sería el golpe más certero para defendernos. "No va a ser tan fácil que lo hagan de tal forma que lo tiren al suelo, o que las deje ir". Señaló,antes de decir: "los ojos son el punto más vulnerable. Si van a luchar, vayan por los ojos".

Han pasado años y todavía me pregunto si sería capaz de presionar los pulgares en las cuencas de alguien hasta hacer que los ojos se le salten de la cara. Lo he pensando muchas veces. Casi tantas como veces he recordado saber, desde antes de tener llaves de la casa, que ponerme las llaves entre los nudillos podía servir como arma de defensa personal.

Sé  muchas otras cosas que ahora circulan. Que si hay que caminar en el sentido opuesto a los coches. Que si es mejor gritar "fuego" que "ayuda" cuando estás tratando de llamar la atención.

Sé estas y muchas otras cosas porque soy mujer. Porque en algún punto entre quinto y sexto de primaria me empezaron a crecer los senos y de pronto el mundo era un lugar mucho más hostil que antes. De por sí nunca entendí porqué la necesidad de cubrirme las piernas y los calzones con lycra cuando jugaba a dar vueltas en el patio escolar. La diferencia entre la permisividad de ser niña y andar en traje de baño y ser niña y andar en ropa interior, para mí, quedaba en los grados de calor.

Ayer mataron a otra mujer. No murió, ni se accidentó. La mataron. La mataron por ser mujer. Por esa vulnerabilidad que viene dada no por naturaleza sino por el contexto violento y amenazante que pesa siempre en mis (tus) espaldas. El mismo peso que me hace checar si alguien me sigue cuando camino sola por la calle.. el mismo que me hizo darme cuenta, en varias ocasiones, que sí me seguían.

El 15 de septiembre será, en adelante, una fecha de luto para su familia. Recordarán que ese fue el día en que encontraron a Mara, a su Mara, envuelta como muñeca en una sábana, en algún camino de cualquier lugar. ¿Qué habrás sentido, mujer, cuando te supiste en peligro? ¿Recordaste todos los consejos que sabemos, injustamente, desde niñas?

Una planea sus estrategias ¿saben? Pides un uber o un cabify o la empresa que sea, porque crees que estarás más segura que pidiendo taxi, porque crees que estarás más segura que tomando un camión, porque eso es más seguro que caminar por la noche y porque no piensas dejar de salir a la calle, de salir, de vivir, de divertirte. Llamas a tu servicio porque sabes que si algo pasa, #simematan, al menos podrán ver qué ruta tomaste. A lo mejor al menos te encuentran. ¿No lo piensan ustedes? Porque yo sí. Porque yo sí he pensado que no estoy segura ni en la calle, ni en el camión, ni en el taxi, ni en el uber... pero si me pierdo, si me esfumo, dejaré una pista que puedan seguir. Una que ojalá les brinde al menos una respuesta de dónde acabé. ¿Dónde acabé? ¿Dónde acabó Mara?

A veces pienso que no es el miedo lo que paraliza, sino la injusticia. No es justo que desde los 11 sepa que tengo que ir a por los ojos. No es justo que mire sobre mis hombros cuando camino por la calle temiendo no por mi celular o mi cartera, sino por mi vida. Por mi cuerpo. Por mi cuerpo que tantas veces me han hecho sentir que no es mío. El que trato de esconder cuando camino con rapidez frente a un hombre que no es que me mire. Me acosa. Porque sabe. Sabe que no es una mirada de observar, ni siquiera de deseo. Es de poder. De saber que puede mirarme e incomodarme y hacerme caminar más rápido. De saber que nadie le censura. Que no pasa nada. Que puede matarme y no pasada nada. QUE NO PASA NADA.

Pienso en Mara y pienso en la gente que la esperaba en casa. En el temor que sintieron cuando no llegó. Pienso en ella y en lo que pasó por su mente cuando supo. Cuando supo... #Simematan. Si me matan sepan que fui por los ojos. Que lo que siento es rabia. Que habré sabido que no habría justicia, porque en este país nunca la hay. Pero sobre todo sepan que viví. Que #Simematan fue porque salí. Como Mara. Porque no nos quedamos ni nos quedaremos en casa. Porque hemos tomado las casas y las calles y las seguiremos tomando y seguiremos saliendo y seguiremos buscando que tanto las casas como la calle sean espacio para nosotras. Espacios donde podamos salir sin sentir el peso que cuelga como horca, como opresión en la espalda. Que seguimos saliendo sin dejar que esto nos haga caminar más lento. Sin dejar que esto nos haga detenernos. Que salió. Que Mara salió y que salimos y que salgo y que seguiremos saliéndonos hasta de la piel.

Lo siento mucho Mara. Me dueles Mara. Me duele el mundo también.


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Pasé 34 años sin que me pasara nada.  Nada más allá de lo injustamente inevitable. Más allá de los acosos callejeros, me sentía tan... tan afortunada. No tenía una historia que contar. Hasta que sentí su mano bajo mi falda cuando me tomó una foto en la cola de la caja del supermercado. En. La. Cola. De. La. Caja. Del. Súper.

Siempre pensé que resonaría en mi cabeza ("¡a por los ojos!"). Siempre pensé que sería capaz de tirar un puñetazo certero y contundente...

Al final nada...

Fue Reshi a quien me volqué porque es mi espacio seguro.

Y tú, mujer, que te disculpaste por él. Que me miraste a los ojos y te disculpaste en su lugar, a la que miré boquiabierta y no supe qué decirte porque no pude creer que tú, mujer, te estuvieras disculpando porque él metió su mano bajo mi falda: te perdono. Y quisiera tanto decirte que no tiene que ser así. Que es injusto. Que no tenemos que saber desde los 11. Que no hay apologías. Que el amor no es esta estupidez cómplice y permisiva que nos dijeron que era. Que lo siento. Que lo siento tanto. Por ti y por mí.



Para aquellas que no tengan espacio seguro: seamos el espacio unas de otras. Vayamos apoyándonos con los nosotros que también quieren ser parte de él.



Y muchachos, si me leen... conozco bien todos los pasos y recomendaciones. Me sé de memoria el sal acompañada, no tomes taxis de la calle, camina donde hay luz, cambia de banqueta, a por los ojos, a por los ojos...

No necesito que me lo digas más. Nos los hemos dicho entre nosotras desde niñas.

Necesito que vayas y te juntes con los tuyos y discutas de cómo esa masculinidad tóxica asquerosa es la que los está matando a ustedes también. La que pone a los morros de esta región entre los primeros índices de asesinato. La que es violenta, e injusta. Necesito que vayas y la cambies. Que te juntes y la cambies. Que hables de esto hasta que se ponga de moda y haya mil corrientes y se hagan memes y parezca una trivialidad. Que se hable de esto en las escuelas y hasta en las series y que nazcan ustedes y sepan, también, que hay otras cosas. Que siempre ha habido. Que esto no es justo. Que no tiene que ser así. Que puede ser distinto. Necesito que salgas y discutan entre ustedes sobre cómo deconstruir la violencia y cómo hacernos un espacio de planeta más seguro, ahora sí, pa todos y todas.

Ahí las mujeres les llevamos ventaja. De décadas. De siglos.

Cuidémonos, mujeres.

Nos quiero vivas.

Nos quiero afuera.





jueves, 27 de julio de 2017

Un año.

¿Por qué será que nos encanta la tortura? Eso de que los mexicanos nos reímos de la muerte no se lo creo a nadie. Somos unos dramáticos y nos encanta la tragedia.

Por eso hoy, mami, después de echarme una ronda de lloradera con música instrumental y Eddie Veder de fondo, decidí mejor celebrar un poco la fortuna de ser tu hija, siempre y para siempre.

Así que me puse la playlist de Happy Songs....

Shake it oh babyyyy now,

twist and shout....

Y pensé en cómo me enseñaste a bailar rock n' roll en la sala de la casa, dando vueltas y vueltas y vueltas y vueltas....

Shake it Mamá.

Te amamos siempre.

Un año.

miércoles, 26 de julio de 2017

A un año

Me ha tomado un año saber en qué día te moriste.

Desde días antes, semanas antes, deje de fijarme. Los días pasaban entre tu hora de despertar y de dormir.

No supe en qué día te moriste. Tampoco supe la hora. Parecía una noche más larga de lo que fue. Recuerdo que mi hermano vio su reloj. Justo cuando te fuiste. ¿Se acordará de que hora era? ¿O se le habrá ido de la memoria como a mí los días?

No pasa un día en que no te extrañe, mamá. Te encuentro cada vez más en los espacios que dejaste. En sonidos que hago sin darme cuenta hasta que me recuerdan que te extraño. En la falta que me hacen tus abrazos. Siempre fuiste tú la que mejor supo escucharme. Aún cuando no lo hacías. Aún cuando no entendías nada. Qué fortuna contar con tu corazón abierto y con tus brazos.

Todo ha estado en pausa desde que te fuiste, mamá. Poco a poco siento que a veces las cosas arrancan. Que despierto y que despierta el mundo conmigo y que andamos hacia ninguna parte, pero andamos, mamá.

No puedo esperar a mudarme y empezar lejos de este tiempo pausado de paréntesis en el que estoy desde que te fuiste. Tengo ganas de barrerle el polvo a la casa nueva y con ello sacudirme el mío. Tengo ganas de sembrar. Quiero organizar los libros y sacarlos de las cajas y dejarme consolar por sus millones de páginas mientras les acaricio el lomo recordándote, mamá.

Qué prisa tengo de sentir que la película sigue.

No es que quiera dejarte atrás.

Es que siento que es adelante donde me esperas. ¿Qué cosas me llevaré para contarte cuando nos encontremos? ¿Qué risas e historias habré de contarte, mamá?

Nunca supe qué día te moriste hasta que alguien hizo la descortesía de recordármelo hoy. Es que el tuyo fue uno de esos días fuera del tiempo. Suspendido en el aire pesado de la habitación.

Amaneció el mundo al día siguiente distinto, mamá. Desde entonces no somos los mismos. Tu cambio de cuerpo a cenizas nos dejó un poco desarmados. Supongo que nos hemos pasado todo el año tratando de poner las cosas en su lugar.

No es que hayas dejado un espacio vacío, mamá. Es que ahora yo ocupo un espacio más grande y no he sabido si llenármelo de flores, o de libros, o de silencios. A lo mejor tendría que haberlo llenado con risas y ganas de vida y de expansión.

Parece a veces una enorme traición, esa. Como si te dejara atrás. Como si tuviera que seguir pensando que fue horrible y soñando que fue horrible y sintiendo lo horrible de las cosas que fueron...

Tú seguro de vez en cuando te das tus vueltas por acá y te aburres del halo ensombrecido que tiene todo. Seguro te darán más ganas de venir una vez que disipe la niebla. Cuando huela a mojada la tierra. Cuando esté por salir el sol.

A un año de tu ausencia, aquí sigues mamá. Aquí seguimos todos.

Te amo.


miércoles, 10 de mayo de 2017

Día de mi Mamá

Sigo revolviendo tus cajones cada que voy a casa. Espero encontrarte en cada cosita que dejaste atrás. Quedan pedazos tuyos en la colección de medallas y recuerdos de tus viajes que traías "para regalar" y que al final guardabas en algún cajón, esperando el siguiente cumpleaños o la siguiente Navidad para dejarlos olvidados de nuevo en su bolsita de regalo.

Quedan muchos recuerdos tuyos en tus cosas. Uso tu viejo celular para poder ver tus fotos. Me río cuando descubro que hacías capturas de pantalla porque no sabías bajar las imágenes a tu memoria. Ahí tienes, entre los videos cursis que mandabas y que ahora extraño, fotos de nosotros en la nueva casa, con Mía, en nuestras salidas... recuerdos de cosas que no viviste pero que compartiste con nosotros a la distancia. Me das ternura.

Me dan ternura las recetas que guardabas en tus notas, una tras otra. Pasteles y cupcakes y pollo oriental. Nunca las hacías. Algo me dice que las guardabas para nosotras.  Para esos días en que te llamábamos con preguntas de novatas en cocina o para pedirte ideas de qué cocinar para impresionar.

Paseo por las aplicaciones que tenías en tu tableta. Por recuerdos de cuando te la pasaste meses jugando plantas contra zombies. Pienso en los zapatos que compraste en esa tienda en línea con ofertas gringas que al final ni te quedaron y me los pongo yo.

Pienso en ti cada que toco tus cosas. Te platico en mi cabeza. Me río contigo.

Me aferro y me aferro a encontrarte en todas las cosas que dejaste, mamá.

Me pregunto si no estarás ahí, escondida entre tus collares de fantasía, o los imanes de Nueva York, o los labiales rojos que ahora me pongo todos los días.

A veces creo que vienes a sentarte conmigo un rato. Te pones a ver la tele. Todavía no sale la nueva temporada de esa novela boba que veías antes de partir. Te prometo que me la voy a echar completita cuando salga, para que vengas a verla tú también.

Te extraño todos los días.

(Estás aquí todos los días.) Ya sé, mamá. Ya sé.



PS.- Te compré una taza para té el año pasado. Dice "best mom ever".  La había guardado en la alacena y entre los viajes y las cosas, la perdí. Aún está guardada en la alacena. Te espera. Me pondré hoy los aretes negros que te dí al año pasado. Tu collar que dice "mamá". Seguiré tocando tus cosas como para sentirte. ¿Qué hicimos el año pasado, mamá?


sábado, 27 de agosto de 2016

Just Breathe....

Yes I understand
That every life must end, uh huh
As we sit alone
I know someday we must go, uh huh

Oh I'm a lucky man
To count on both hands
The ones I love
Some folks just have one
Yeah others they got none, uh huh

Stay with me
Let's just breathe

Practiced on our sins
Never gonna let me win, uh huh
Under everything
Just another human being, uh huh

Yeah, I don't want to hurt
There's so much in this world
To make me bleed

Stay with me
You're all I see

Did I say that I need you?
Did I say that I want you?
Oh if I didn't, I'm a fool you see
No one knows this more than me
As I come clean

I wonder everyday
As I look upon your face, uh huh
Everything you gave
And nothing you would take, uh huh
Nothing you would take
Every thing you gave

Did I say that I need you?
Did I say that I want you?
Oh if I didn't, I'm a fool you see
No one knows this more than me
I come clean

Nothing you would take
Every thing you gave
Hold me 'till I die
Meet you on the other side


- Pearl Jam