sábado, 25 de junio de 2016

Raíces

Mi abuela, la mamá de mi mamá, murió cuando mamá tenía 9 años.

Tiempo después mi abuelo se casó por segunda vez. Gracias a ello yo tuve una abuela cuenta cuentos, juguetona, amante de la vida, teatrera, amorosa y maravillosa.

Aún así me sigue dando curiosidad cómo era ella, la otra abuela, a la que nunca conocí. No quedan más que algunas fotos y tres vagos, vaguísimos recuerdos de mi mamá: mi abuela con su hija Laura, casi recién nacida, en su casa. Mi abuela persiguiendo a mi mamá y a Rubén por alguna travesura. Mi abuela en el hospital, saludando a sus seis hijos desde la ventana mientras ellos la miraban desde el estacionamiento. Esa fue la última vez que se vieron...

Hoy me encontré con un poco más de historia sobre mi abuela.

Abuela Gloria, como mi mamá:

El Universal,
El Gran Diario de México
Tercera Sección
Año XXXIII Tomo CXXX

México D.F. a domingo 21 de agosto de 1949


Un Enlace en Santa Teresita



La señorita Gloria Lazarín Jiménez y el señor Rubén Torres Martínez unieron sus destinos

Bello adorno floral e incandescente lució ayer el Santuario Votivo de Santa Teresita del Niño Jesús con motivo del matrimonio de la señorita Gloria Lazarín Jiménez con el señor Rubén Torres Martínez.

La boda de la nueva pareja estuvo muy concurrida dadas sus relaciones sociales.

Minutos después de las diez horas llegó la novia a las puertas del templo en unión de sus padrinos, para asistir a tan memorable acto, la señorita Lazarín Jiménez vestía exquisito modelo nupcial de corte y líneas modernas, confeccionado en fina seda. Su tocado era de azahares y el velo nupcial de tul "ilusión". Su ramo nupcial era en forma de cascada.

A los acordes de la Marcha Nupcial penetraron al sacro recinto los novios y su cortejo nupcial, para postrarse ante el altar mayor después de la toma de manos, cambio de arras y anillos, para escuchar solemne misa de velación en la que ofreció el reverendo padre don José Flores.

Apadrinaron esta boda el señor Francisco Herrera y su esposa la Sra. Rafaela T. de Herrera, así como el señor Juan B. Ortega y su esposa la señora Socorro T. de Ortega.

Como madrinas de lazo y ramo fungieron la señorita Estela Torres Martínez y la señora Beatriz R. de Salas, quienes al igual que las madrinas de manos y velación vistieron elegantes modelos de ceremonia.

La feliz pareja abandonó ayer mismo la Capital en viaje de bodas, siendo su destino el puerto de Acapulco.

El matrimonio civil se efectuó el pasado lunes en el domicilio de la novia, siendo testigos parientes y amigos de la nueva pareja.




viernes, 17 de junio de 2016

Tic-toc

(Traigo un reloj  colgado al cuello…)

Recuerdo bañarme con mamá cuando era niña. Recuerdo la tina que hubo hace mucho tiempo, en donde metía a nadar a mis caballos-sirena que cambiaban de color. Me acuerdo de una época de ser tan pequeñita que no alcanzaba las llaves de la regadera. Recuerdo a mamá lavándome el cabello y el olor de su shampoo.

Ahora me toca a mí lavarle el cabello. El cuerpo. Lo hago despacito y con cuidado, enjabonándole despacio las piernas, las manos, el pecho. Sobándole la espalda mientras la detengo.

Hace años que no uso reloj.

Ahorita traigo un reloj colgado al cuello. Tengo puesto un anillo dorado que no habría usado nunca antes de no ser porque ahora es una especie de amuleto. Igual que el reloj. Igual que el sweater a rallas que es de ella y que me pongo por querer usar su ropa. Sus zapatos. Supongo que es una forma más de abrazarme a mi mamá, ahorita que su cuerpo frágil no me deja tanto.

La escucho respirar al compás del burbujeo de la máquina de oxígeno. Qué respiro el tiempo de dormir.

(Traigo un reloj colgado al cuello…)

No sé qué día es, ni qué mes, ni qué año. Nada importa más que estar aquí… salgo a la calle y pienso en lo absurdo de apresurarse de evento a evento. En este cuarto el tiempo pasa, despacio e igual. Cada día un asunto más a solucionar. Un poquito más de corazones rotos. Un poquito más de remiendos nuevos que nos ponemos encima las unas a los otros. Una sopita, unas flores, un cartel, la llamada de la tarde. El sentirse aquí.

Así parece que a cada hora nos rompemos un poquito y nos rearmamos. Nos recordamos que el amor es siempre y para siempre y que los ciclos van cerrando, cerrando. Nos abrazamos, nos platicamos, reímos un ratito y lloramos otro más.

Los días, las horas. La vida.


Te amamos mamá.