sábado, 24 de julio de 2010

Un sábado de desayuno....


Me despierto temprano pero me quedo un par de horas más entre las sábanas, mientras afuera cae un poco de lluvia de la que le quedó a las nubes después de llover toda la noche. Entre sueños le escribo mensajes a Geras que anda por San Cristóbal y lo extraño...

Horas después me levanto y me voy a desayunar al centrito de tlalpan. Sentada en la mesa, entre el día gris y el frío y el café que humea me pongo a leer el periódico un ratito.
Me aburro pronto de las noticias. Ya me cansé de tanto conflicto. Así que saco mi nuevo libro "Maya" de Jostein Gaarder y leo....

Leo y leo y leo mientras por el centro caminan los Hare Krishnas haciéndo una música linda al mismo tiempo que circulan la plaza. Leo mientras el señor, con facha de ex profesor, trata de vender unos libros horrendos de administración a cada mesa. Pasa una, dos, tres veces. Con insistencia muestra los 3 libros y pide, cómprelos, 50 pesos. Yo agradezco y me niego. Me los ofrece hasta en 10. Me da tanta pena decirle que no. Me imagino que en algún momento fue profesor y que ahora vende los libros que usaba como textos de clase. Me pregunto porqué necesita venderlos tanto. Imagino si está enfermo, si está solo, si su familia requiere de algo. Me da tanta pena que mejor dirijo mi atención a los Hare Krishnas y al perrito de la pareja que están sentados a mi lado.
Me conmueve también el centrito. Me encanta. Me divierte ver a la gente pasar, a los que ponen sus puestos para el mercadito del fin de semana. Me emocionan los Hare Krishnas y me pregunto por sus historias. No tengo idea de lo que hacen. No conozco bien. Les miro con sus atuendos tan particulares y pienso si se vestirán así todos los días. Luego veo sus tennis NIke y sus Crocs y pienso que tal vez no. ¿Cómo fue que llegaron hasta aquí y cuándo? Su actitud calmada me da la bienvenida y sonrío. Qué cosas tan distintas veo aquí siempre. Qué diversa la vida y que chistoso el mundo. Qué únicos nosotros y nuestras historias....

Sigo leyendo Maya. Cada nueva página me conmueve. La última dice "Al salir de las grandes ciudades tienes la ocasión de encontrarte en el espacio en cuanto cae la noche. Mas una parte cada vez mayor de la humanidad se ha dejado envolver por un efecto óptico de invernadero que nos hace olvidar quiénes somos y de dónde venimos. La naturaleza es para muchos igual a imágenes televisivas, macetas de plantas decorativas y pájaros enjaulados, y el espacio se ha convertido en algo que se contempla mejor en los planetarios..."

Pienso en la playa y en la sierra y en la selva...en las miles de estrellas...

Cada vez que salgo de esta ciudad y vamos por la carretera, o estamos en lo alto de una montaña, o en medio de una llanura, los primeros días siempre me duelen los ojos cuando veo hacia lo lejos. No están acostumbrados a las distancias, pienso. A diario sólo ven paredes aquí y allá. El monitor, la calle, los otros coches, los edificios. Unos 10 metros a lo más?. Cuando salgo se quejan al principio. El horizonte hace daño. Me cuesta trabajo fijar la mirada. Me duele. El sol me deslumbra. Pero días más tarde ya puedo ver bien. Distingo los colores a lo lejos y las formas. Respiro hondo y grabo la lejanía en mi cabeza, pensando en que pronto habrá que regresar a la ciudad y pronto no veré más a la distancia. Lo disfruto. Trato de ver el punto más lejano que sea posible....

trato de no olvidar quién soy y de dónde vengo...

y regreso a Maya, y pienso en cómo relata la cadena de eventos de miles de millones de años que hace que ahora yo esté aquí. Es casi imposible pero sucede. Y estoy. Y pronto me iré también. ¿a dónde?.

No sé qué más vaya a decirme este libro...pero lo que ya me ha dicho me encanta. Me habla.

Regreso a casa después del desayuno de los Hare Krishnas. Doy gracias de ser tan tan tan afortunada.

feliz día! día feliz....