sábado, 16 de septiembre de 2017

Mara. #VivasnosQueremos

De niña estuve en una clase de defensa personal. Creo que tenía 11 años. Fue una clase para mujeres que impartió algún instructor en el patio de mi primaria. Lo recuerdo contar que las mujeres pensamos que una patada en los huevos sería el golpe más certero para defendernos. "No va a ser tan fácil que lo hagan de tal forma que lo tiren al suelo, o que las deje ir". Señaló,antes de decir: "los ojos son el punto más vulnerable. Si van a luchar, vayan por los ojos".

Han pasado años y todavía me pregunto si sería capaz de presionar los pulgares en las cuencas de alguien hasta hacer que los ojos se le salten de la cara. Lo he pensando muchas veces. Casi tantas como veces he recordado saber, desde antes de tener llaves de la casa, que ponerme las llaves entre los nudillos podía servir como arma de defensa personal.

Sé  muchas otras cosas que ahora circulan. Que si hay que caminar en el sentido opuesto a los coches. Que si es mejor gritar "fuego" que "ayuda" cuando estás tratando de llamar la atención.

Sé estas y muchas otras cosas porque soy mujer. Porque en algún punto entre quinto y sexto de primaria me empezaron a crecer los senos y de pronto el mundo era un lugar mucho más hostil que antes. De por sí nunca entendí porqué la necesidad de cubrirme las piernas y los calzones con lycra cuando jugaba a dar vueltas en el patio escolar. La diferencia entre la permisividad de ser niña y andar en traje de baño y ser niña y andar en ropa interior, para mí, quedaba en los grados de calor.

Ayer mataron a otra mujer. No murió, ni se accidentó. La mataron. La mataron por ser mujer. Por esa vulnerabilidad que viene dada no por naturaleza sino por el contexto violento y amenazante que pesa siempre en mis (tus) espaldas. El mismo peso que me hace checar si alguien me sigue cuando camino sola por la calle.. el mismo que me hizo darme cuenta, en varias ocasiones, que sí me seguían.

El 15 de septiembre será, en adelante, una fecha de luto para su familia. Recordarán que ese fue el día en que encontraron a Mara, a su Mara, envuelta como muñeca en una sábana, en algún camino de cualquier lugar. ¿Qué habrás sentido, mujer, cuando te supiste en peligro? ¿Recordaste todos los consejos que sabemos, injustamente, desde niñas?

Una planea sus estrategias ¿saben? Pides un uber o un cabify o la empresa que sea, porque crees que estarás más segura que pidiendo taxi, porque crees que estarás más segura que tomando un camión, porque eso es más seguro que caminar por la noche y porque no piensas dejar de salir a la calle, de salir, de vivir, de divertirte. Llamas a tu servicio porque sabes que si algo pasa, #simematan, al menos podrán ver qué ruta tomaste. A lo mejor al menos te encuentran. ¿No lo piensan ustedes? Porque yo sí. Porque yo sí he pensado que no estoy segura ni en la calle, ni en el camión, ni en el taxi, ni en el uber... pero si me pierdo, si me esfumo, dejaré una pista que puedan seguir. Una que ojalá les brinde al menos una respuesta de dónde acabé. ¿Dónde acabé? ¿Dónde acabó Mara?

A veces pienso que no es el miedo lo que paraliza, sino la injusticia. No es justo que desde los 11 sepa que tengo que ir a por los ojos. No es justo que mire sobre mis hombros cuando camino por la calle temiendo no por mi celular o mi cartera, sino por mi vida. Por mi cuerpo. Por mi cuerpo que tantas veces me han hecho sentir que no es mío. El que trato de esconder cuando camino con rapidez frente a un hombre que no es que me mire. Me acosa. Porque sabe. Sabe que no es una mirada de observar, ni siquiera de deseo. Es de poder. De saber que puede mirarme e incomodarme y hacerme caminar más rápido. De saber que nadie le censura. Que no pasa nada. Que puede matarme y no pasada nada. QUE NO PASA NADA.

Pienso en Mara y pienso en la gente que la esperaba en casa. En el temor que sintieron cuando no llegó. Pienso en ella y en lo que pasó por su mente cuando supo. Cuando supo... #Simematan. Si me matan sepan que fui por los ojos. Que lo que siento es rabia. Que habré sabido que no habría justicia, porque en este país nunca la hay. Pero sobre todo sepan que viví. Que #Simematan fue porque salí. Como Mara. Porque no nos quedamos ni nos quedaremos en casa. Porque hemos tomado las casas y las calles y las seguiremos tomando y seguiremos saliendo y seguiremos buscando que tanto las casas como la calle sean espacio para nosotras. Espacios donde podamos salir sin sentir el peso que cuelga como horca, como opresión en la espalda. Que seguimos saliendo sin dejar que esto nos haga caminar más lento. Sin dejar que esto nos haga detenernos. Que salió. Que Mara salió y que salimos y que salgo y que seguiremos saliéndonos hasta de la piel.

Lo siento mucho Mara. Me dueles Mara. Me duele el mundo también.


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Pasé 34 años sin que me pasara nada.  Nada más allá de lo injustamente inevitable. Más allá de los acosos callejeros, me sentía tan... tan afortunada. No tenía una historia que contar. Hasta que sentí su mano bajo mi falda cuando me tomó una foto en la cola de la caja del supermercado. En. La. Cola. De. La. Caja. Del. Súper.

Siempre pensé que resonaría en mi cabeza ("¡a por los ojos!"). Siempre pensé que sería capaz de tirar un puñetazo certero y contundente...

Al final nada...

Fue Reshi a quien me volqué porque es mi espacio seguro.

Y tú, mujer, que te disculpaste por él. Que me miraste a los ojos y te disculpaste en su lugar, a la que miré boquiabierta y no supe qué decirte porque no pude creer que tú, mujer, te estuvieras disculpando porque él metió su mano bajo mi falda: te perdono. Y quisiera tanto decirte que no tiene que ser así. Que es injusto. Que no tenemos que saber desde los 11. Que no hay apologías. Que el amor no es esta estupidez cómplice y permisiva que nos dijeron que era. Que lo siento. Que lo siento tanto. Por ti y por mí.



Para aquellas que no tengan espacio seguro: seamos el espacio unas de otras. Vayamos apoyándonos con los nosotros que también quieren ser parte de él.



Y muchachos, si me leen... conozco bien todos los pasos y recomendaciones. Me sé de memoria el sal acompañada, no tomes taxis de la calle, camina donde hay luz, cambia de banqueta, a por los ojos, a por los ojos...

No necesito que me lo digas más. Nos los hemos dicho entre nosotras desde niñas.

Necesito que vayas y te juntes con los tuyos y discutas de cómo esa masculinidad tóxica asquerosa es la que los está matando a ustedes también. La que pone a los morros de esta región entre los primeros índices de asesinato. La que es violenta, e injusta. Necesito que vayas y la cambies. Que te juntes y la cambies. Que hables de esto hasta que se ponga de moda y haya mil corrientes y se hagan memes y parezca una trivialidad. Que se hable de esto en las escuelas y hasta en las series y que nazcan ustedes y sepan, también, que hay otras cosas. Que siempre ha habido. Que esto no es justo. Que no tiene que ser así. Que puede ser distinto. Necesito que salgas y discutan entre ustedes sobre cómo deconstruir la violencia y cómo hacernos un espacio de planeta más seguro, ahora sí, pa todos y todas.

Ahí las mujeres les llevamos ventaja. De décadas. De siglos.

Cuidémonos, mujeres.

Nos quiero vivas.

Nos quiero afuera.





jueves, 27 de julio de 2017

Un año.

¿Por qué será que nos encanta la tortura? Eso de que los mexicanos nos reímos de la muerte no se lo creo a nadie. Somos unos dramáticos y nos encanta la tragedia.

Por eso hoy, mami, después de echarme una ronda de lloradera con música instrumental y Eddie Veder de fondo, decidí mejor celebrar un poco la fortuna de ser tu hija, siempre y para siempre.

Así que me puse la playlist de Happy Songs....

Shake it oh babyyyy now,

twist and shout....

Y pensé en cómo me enseñaste a bailar rock n' roll en la sala de la casa, dando vueltas y vueltas y vueltas y vueltas....

Shake it Mamá.

Te amamos siempre.

Un año.

miércoles, 26 de julio de 2017

A un año

Me ha tomado un año saber en qué día te moriste.

Desde días antes, semanas antes, deje de fijarme. Los días pasaban entre tu hora de despertar y de dormir.

No supe en qué día te moriste. Tampoco supe la hora. Parecía una noche más larga de lo que fue. Recuerdo que mi hermano vio su reloj. Justo cuando te fuiste. ¿Se acordará de que hora era? ¿O se le habrá ido de la memoria como a mí los días?

No pasa un día en que no te extrañe, mamá. Te encuentro cada vez más en los espacios que dejaste. En sonidos que hago sin darme cuenta hasta que me recuerdan que te extraño. En la falta que me hacen tus abrazos. Siempre fuiste tú la que mejor supo escucharme. Aún cuando no lo hacías. Aún cuando no entendías nada. Qué fortuna contar con tu corazón abierto y con tus brazos.

Todo ha estado en pausa desde que te fuiste, mamá. Poco a poco siento que a veces las cosas arrancan. Que despierto y que despierta el mundo conmigo y que andamos hacia ninguna parte, pero andamos, mamá.

No puedo esperar a mudarme y empezar lejos de este tiempo pausado de paréntesis en el que estoy desde que te fuiste. Tengo ganas de barrerle el polvo a la casa nueva y con ello sacudirme el mío. Tengo ganas de sembrar. Quiero organizar los libros y sacarlos de las cajas y dejarme consolar por sus millones de páginas mientras les acaricio el lomo recordándote, mamá.

Qué prisa tengo de sentir que la película sigue.

No es que quiera dejarte atrás.

Es que siento que es adelante donde me esperas. ¿Qué cosas me llevaré para contarte cuando nos encontremos? ¿Qué risas e historias habré de contarte, mamá?

Nunca supe qué día te moriste hasta que alguien hizo la descortesía de recordármelo hoy. Es que el tuyo fue uno de esos días fuera del tiempo. Suspendido en el aire pesado de la habitación.

Amaneció el mundo al día siguiente distinto, mamá. Desde entonces no somos los mismos. Tu cambio de cuerpo a cenizas nos dejó un poco desarmados. Supongo que nos hemos pasado todo el año tratando de poner las cosas en su lugar.

No es que hayas dejado un espacio vacío, mamá. Es que ahora yo ocupo un espacio más grande y no he sabido si llenármelo de flores, o de libros, o de silencios. A lo mejor tendría que haberlo llenado con risas y ganas de vida y de expansión.

Parece a veces una enorme traición, esa. Como si te dejara atrás. Como si tuviera que seguir pensando que fue horrible y soñando que fue horrible y sintiendo lo horrible de las cosas que fueron...

Tú seguro de vez en cuando te das tus vueltas por acá y te aburres del halo ensombrecido que tiene todo. Seguro te darán más ganas de venir una vez que disipe la niebla. Cuando huela a mojada la tierra. Cuando esté por salir el sol.

A un año de tu ausencia, aquí sigues mamá. Aquí seguimos todos.

Te amo.


miércoles, 10 de mayo de 2017

Día de mi Mamá

Sigo revolviendo tus cajones cada que voy a casa. Espero encontrarte en cada cosita que dejaste atrás. Quedan pedazos tuyos en la colección de medallas y recuerdos de tus viajes que traías "para regalar" y que al final guardabas en algún cajón, esperando el siguiente cumpleaños o la siguiente Navidad para dejarlos olvidados de nuevo en su bolsita de regalo.

Quedan muchos recuerdos tuyos en tus cosas. Uso tu viejo celular para poder ver tus fotos. Me río cuando descubro que hacías capturas de pantalla porque no sabías bajar las imágenes a tu memoria. Ahí tienes, entre los videos cursis que mandabas y que ahora extraño, fotos de nosotros en la nueva casa, con Mía, en nuestras salidas... recuerdos de cosas que no viviste pero que compartiste con nosotros a la distancia. Me das ternura.

Me dan ternura las recetas que guardabas en tus notas, una tras otra. Pasteles y cupcakes y pollo oriental. Nunca las hacías. Algo me dice que las guardabas para nosotras.  Para esos días en que te llamábamos con preguntas de novatas en cocina o para pedirte ideas de qué cocinar para impresionar.

Paseo por las aplicaciones que tenías en tu tableta. Por recuerdos de cuando te la pasaste meses jugando plantas contra zombies. Pienso en los zapatos que compraste en esa tienda en línea con ofertas gringas que al final ni te quedaron y me los pongo yo.

Pienso en ti cada que toco tus cosas. Te platico en mi cabeza. Me río contigo.

Me aferro y me aferro a encontrarte en todas las cosas que dejaste, mamá.

Me pregunto si no estarás ahí, escondida entre tus collares de fantasía, o los imanes de Nueva York, o los labiales rojos que ahora me pongo todos los días.

A veces creo que vienes a sentarte conmigo un rato. Te pones a ver la tele. Todavía no sale la nueva temporada de esa novela boba que veías antes de partir. Te prometo que me la voy a echar completita cuando salga, para que vengas a verla tú también.

Te extraño todos los días.

(Estás aquí todos los días.) Ya sé, mamá. Ya sé.



PS.- Te compré una taza para té el año pasado. Dice "best mom ever".  La había guardado en la alacena y entre los viajes y las cosas, la perdí. Aún está guardada en la alacena. Te espera. Me pondré hoy los aretes negros que te dí al año pasado. Tu collar que dice "mamá". Seguiré tocando tus cosas como para sentirte. ¿Qué hicimos el año pasado, mamá?