lunes, 1 de agosto de 2016

Heaven....I'm in heaven....and my heart beats so that I can hardly speak....

17/7/2016

Hoy fue el día en que bailaron.

En cada boda, XV años y fiesta familiar, desde que tengo memoria, recuerdo a mis papás bailando. Mamá hubiera querido que fuera rock and roll, o salsa, o alguna cosa más exótica y elaborada. Bailaban baladas. Frank Sinatra. Cosas así. Siempre.

Yo siempre les tomé fotos, o grabé, o sonreí como boba mientras se me salían las lagrimitas de ternura. Siempre.

Hoy fue el día en que bailaron, en la sala de la casa, mi mamá con sus cuarenta y cacho kilos de peso en una de sus pequeñas caminatas alrededor del salón. "¿Bailamos chula?" le dijo papá y le ayudé a pasar las manos de mamá de mis hombros a los suyos. Hay que ayudarle a caminar. Así, lentamente, como tantas otras veces, pero más despacio, sin prisa, bailaron hoy.

Y yo, como siempre, me puse a verlos como boba y a llorar.

Excepto que esta vez, a diferencia de otras veces, escondí la cara hasta que pude hacer que me dejaran de salir las lágrimas.

Nada puede prepararte para lo difícil que es. Ni los blogs, ni las películas, ni las experiencias de otros. Porque entre cada crisis que pasa, no cada mes o semana, sino cada día, existen ratos interminables de espera y angustia. De preguntas. De incertidumbre. ¿Qué va a pasar ahora? ¿Cómo vamos a hacer?

Mientras le acaricio la espalda, sentada al lado de mamá, pienso en que puedo dejarme llevar por la angustia. En que no hay nada más que quiera hacer que soltarme a llorar y tirar de patadas. Enojarme. Preguntar al mundo por el sentido de las cosas...

Me acuerdo entonces de Aurýn. Pienso en la niña-emperatriz que lo era porque no juzgaba a ningún ser en Fantasía. Entendía que todo era, y ya. Todo es. No tiene sentido buscarle sentido. Sólo ser.

Así que mientras recorro con cuidado su espalda, sus costados lastimados, su panza dura y enorme que contiene esas cosas que nunca entenderemos y que poco a poco la desprenden hacia ese otro lugar, pienso en que no hay que ceder ante la angustia, la tristeza y la desesperanza. Pienso que ahora, más que ser fuerte, más que resolverlo todo, más que querer encontrar el sentido y dárselo y resolverlo todo, toca sólo pensar que aquí estoy. Que esto es. Y que esto que es, tiene la gran ventaja de ser todavía. Como sea, cada paso, desde el amor infinito que me enseñó a tener.

Hoy fue el día que bailaron.

Mañana habrá que ver.


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