"por andar abriendo la boca y estar en lugares donde no debían"
- Mujer en SCLC, 8 de diciembre de 2012
El pasado 1 de diciembre fue un día difícil para mí. Más de una vez sentí cómo se me empequeñecía el corazón al leer los reportes y ver en línea las imágenes de lo que estaba sucediendo en el D.F. Me sentí inútil. Lejana. Me sentí impotente de no haber estado ahí marchando con estudiantes, mujeres, profesores/as, trabajadores/as, profesionistas, jóvenes y personas de todo tipo que, ante la situación que se vive en el país, salieron a dejar en claro su inconformidad.
Marché en San Cristóbal junto a no más de 100 personas que se congregaron en la Plaza de la Resistencia antes de saber bien lo que sucedía en México. Yo tampoco puedo dejar que pase el día así como así, pensé, sin hacer notar de alguna manera que estoy preocupada, que no estoy de acuerdo, que necesito sumarme también.
Después me conecté para averiguar qué estaba pasando y me quedé horas ante la pantalla de la lap, atónita, consternada, enfurecida. El primer día y así empezamos, con enfrentamientos y represión...
No me sorprendió tanto el impresionante despliegue de fuerza pública. Tampoco me sorprendieron las bombas molotov, o los desmanes en el centro... No creo más en la violencia ciega y sin sentido. Creo que hay causas sociales subyacentes que están detrás de estos encontronazos que se muestran como síntomas de una sociedad enferma, de personas cansadas y frustradas, de enojo, de desconsuelo, de incertidumbre, de desigualdad.... Tampoco me sorprendieron los reportes de infiltrados en la manifestación y de provocadores, tácticas viejas del Estado que no son nuevas aquí ni en ningún lugar del mundo....
Lo que me sorprendió y me causó tanto dolor e impotencia fue la reacción de la gente, mucha muy cercana, que no perdió tiempo al calificar a l@s manifestantes como un grupo homogéneo "vandálico", "anarquista", "violento"... qué falta de análisis, pensé. Qué falta de reflexión. Qué pocas ganas de ver más allá de lo inmediato para tratar de comprender lo que sucede...para preocuparse e involucrarse. Ante los primeros informes de personas cuyo paradero era incierto todavía se hablaba con cautela de "desaparecidos". Me sorprendí aún más ante comentarios estilo "qué bueno" y "si los desaparecen a todos, mejor".
Mi tristeza se convirtió en total indignación y enojo. No puedo imaginarme el dolor de las familias y su preocupación. Aún más cuando diversas personas fueron detenidas injustamente y encarceladas. Como si no supiéramos la humillación y tortura a los que los someten, como si no pudiéramos imaginarnos lo que debió sentir esa chava o chavo cuando los amedrentaron, desnudaron, golpearon y abusaron...
Me sorprendió la facilidad de la gente de continuar en la preocupación cotidiana, de pensar en qué había que comprar para la navidad, de seguir así, como si nada... como si ese día no hubiera cambiado para muchos de nosotros el rumbo de la vida....
"yo lo he visto antes" dijo mi papá. Y pensé en años de historia que se me vinieron encima para aplastarme. Me quedé sin aire. Me paralicé. Me sentí infinitamente pequeña, insignificante, impotente. Quería salir a la calle a sacudir a la gente, a decirle, a gritarle ¿Cómo podemos dejar que esto pase? ¿Cómo dejar que continúe? ¿Cómo seguir con la vida diaria cuando sabemos que es el principio de un momento preocupante? ¿Cómo dejarlos ahí, en la cárcel, a que se pudran, a que se olviden como tantos otros que como ellos se desvanecen con los días en la soledad, el anonimato, la injusticia?.
Me reuní con algun@s compañer@s de otras instituciones aquí en San Cristóbal. Éramos tan pocos... sin embargo compartimos el dolor y la indignación. "Hay que hacer algo" pensamos...y en esas estaremos hoy, reuniéndonos de nuevo para seguir pensando....
En el inter, en la plaza de la resistencia, una mujer con su hijo de unos 7 años se acercó casualmente a ver qué pasaba. Mi compañera le explicó la razón de que estuviéramos ahí. "qué bueno" dijo ella sobre las personas encarceladas. ¿Y si hubiera sido Usted? preguntó mi compañera "pues también, por andar abriendo la boca en lugares donde no debía".
Me continúo asombrando a cada instante por nuestra falta de querer ver las cosas. Por la comodidad en la que nos sumimos. Por lo fácil que es enfrascarnos en seguir la vida como si no pasara nada, como si no hubiera, a cada momento, eventos en este país y en este mundo que destrozan la vida de una familia, de una persona, de una comunidad. Por cómo seguimos perdiéndonos en la molestia por los vidrios rotos y no nos detenemos a mostrar, de alguna forma, como sea, que queremos decirle a esas personas que no conocemos, que nunca conoceremos, pero que sabemos sufren de estas y otras injusticias que me importa. Hace falta algo, alguna señal, que nos permita dejar en claro al menos para uno mismo que estoy en desacuerdo, que me duele, que comprendo. Y que de alguna forma no puedo dejar que pase, no puedo quedarme sentado dejando que pase, no puedo seguir adelante sin pensar....sin sentir.
El #1dmx es preocupante no sólo por la y los 14 compañer@s que siguen encarcelados, sino porque marcó de forma trágica y trascendental la tónica que se espera para los siguientes años de gobierno. En un panorama ya de por sí desigual, en un país ya de por sí cubierto de sangre y conflicto, en una sociedad ya profundamente enferma de ceguera ante la realidad, iniciamos un sexenio manchado por la injusticia, la represión, el abuso...
y aún más triste y preocupante que eso: marcado por la indiferencia.
Así que hoy quisiera dejar en claro esta postura: a las personas que fueron encarceladas de forma injusta, a quienes sufrieron vejaciones, a quienes tuvieron miedo al ver a los policías que se supone existen para protegerles, a quienes sintieron dolor, a quienes golpearon, a quienes miramos desde lejos: me importa. Y tan me importa que me siento distinta. Y tan me importa que de estar ahí marcharía con ustedes a diario, pero estando acá buscaré igualmente la forma de hacerles saber que me importa. Que aunque no les conozco me duele. Que aunque no esté junto a sus familias las abrazo desde lejos en mi corazón. Y que ante la situación de profunda incertidumbre, desigualdad e injusticia que hay en este país (y mundo) me indigno. Y que esa indignación guía y guiará mi vida diaria hacia la búsqueda de propuestas y acciones que vayan, poco a poco, transformando a mi mundo inmediato y a mi misma.
En espera de que encontrándonos en la lucha construyamos a cada minuto otro mundo posible les digo que la lucha sigue y sigue...
Con amor
Babar