martes, 6 de marzo de 2012

the number 29


Este año hice un ejercicio. Había que describirse a sí misma, en el hoy y ahora. Pensé, pensé mucho en lo que estaba haciendo ahorita, en lo que sentía y en las y los que estaban cerca.

Luego hubo que hacer otro ejercicio, poniendo esta vez la historia de las cosas importantes que habían pasado antes. Pensé en momentos clave, en cosas que quería, en lo que a lo largo del tiempo ha permanecido conmigo. Me sentí bien de ver que había una línea entre el entonces y el ahora, y pensé también en que la yo de entonces se sentiría bastante bien con la yo de ahora.

Al final hubo otro ejercicio en donde alguien más escribía para ti. Pensé que tuvo que pasar un tiempo, un mucho tiempo, para que lo que yo quería escribir, lo que traía adentro, fuera casi lo mismo que alguien más me escribió.

Pienso en los últimos años con todos sus retos y sus fatigas. Las aventuras constantes. Los aburrimientos y la búsqueda de la emoción. Pienso en la escuela, en salir a campo, en escalar, en andar en bici, en salir de acampada, en andar en la combi, en tomar fotos, en leer y escribir... pienso en las cosas que fui dejando atrás, en lo difícil que es desprenderse, en la sensación de levedad que da el hacerlo, en el camino sincero, más sincero, que quiero buscar.

Pienso que a mis 29 me siento bien en mi propia piel. Que dejaron de molestarme mis cejas y que me llegaron las ganas de vivir aventuras como las que de niña pensé que habría que vivir. Pienso que fue el primer cumpleaños que pasé lejos de mi familia, de toda ella, y que aún así ,incluso ahora mientras escribo en casa a solas, pienso que me siento querida y acompañada.

Siento que está la gente que tenía que estar. Que se han ido algunos que volverán y que otros más se fueron tal vez para siempre. Pero así es. Así es y aprender que hay que desprenderse en el amor de todo y de todos y hasta de uno mismo es una lección importante. Que hay que tomarse las cosas más ligeras. Que hay disfrutar la bicicleta, y la fuerza en las piernas, y los momentos en casa a solas y en los que estoy rodeada de personas. Que hay que quitarse la pereza a veces y que a veces hay que extenderla hasta el infinito y hundirse en las sábanas y sentirse cubierta por el sudor de la noche y no pararse hasta que a una la escupa la cama.

Siento que hay pequeñas cosas que se han quedado conmigo de todos los momentos vividos. Siento que cuando empezó esta espiral en mi vida que se fue haciendo más y más grande, aparecieron como en las grandes historias las grandes figuras que habrían de acompañarme y caminar conmigo. Algunas por años, como Gerardo, otras por un breve destello y otras que se reducen a una frase (amar, amar, amar...).

Siento que hay cambios en el viento y que en una de esas será hora de dejarse llevar. Siento que tendré miedo, como siempre, pero también que me sentiré más fuerte, como ahora. Siento que en ese camino, en esta espiral, en este remolino que no cesa y que pasa y que grita como un viento grueso y palpable, siento que a cada paso, a cada palabra amable, a cada pequeña sensación de amor, se unen muchas otras que andan por ahí, sueltas, sin que nadie las note.

Así se van juntando, de a poquito, hasta que casi siento que se me atoran en la garganta y que los brazos me pesan de quererlas tomar. Siento que hay tanta magia y tanta belleza y tanto amor y tanta vida y tanta fe y tanta brisa que me llega desde el mar que a veces pienso que si ahora tuviera que dejarlo todo, cambiarlo todo, tendría todavía la certeza de que todas esas maravillas están ahí, para siempre y para todos (y todas).

All is love.

Feliz cumpleaños Babar.


1 comentario:

Gustavo Avilés dijo...

Muy buena reflexión!
Y Feliz Cumpleaños!!